Desde los elefantes africanos y las jirafas masái hasta los leopardos de las nieves, los pandas rojos, los leopardos, los monos colobos y las grullas coronadas grises, el equipo de Altezza Travel presenta algunos de los animales más impresionantes del planeta. Muchos de ellos pueden observarse durante un safari en los parques nacionales de Tanzania y en otras regiones del mundo.
Jirafa
La jirafa masái es la mayor de todas las subespecies de jirafa: los machos pueden alcanzar los 5,5 metros de altura y pesar más de 1,3 toneladas. Se reconocen por una pequeña joroba en la espalda y un pelaje con manchas que recuerdan a hojas de roble de bordes irregulares. Cada dibujo es único, como una huella dactilar. Los científicos han descubierto que la coloración de la jirafa masái se hereda de la madre, y que la forma de las manchas influye en la supervivencia de las crías: las jóvenes con manchas grandes e irregulares tienen más probabilidades de llegar a la edad adulta.
El cuello de una jirafa tiene solo siete vértebras, pero cada una es del tamaño de una cabeza humana. Su corazón, que puede pesar hasta 11 kilos, bombea la sangre a gran presión para alcanzar el cerebro, situado varios metros por encima del suelo.
Otra característica fascinante es su lengua azul oscura, que puede medir hasta medio metro. Le permite arrancar hojas incluso de las acacias espinosas, y la melanina protege la delicada mucosa de la lengua del sol. Esta adaptación es esencial, ya que las jirafas pasan entre 10 y 12 horas al día bajo la luz directa del sol, alimentándose de las copas de los árboles. Según la African Wildlife Foundation, una sola jirafa puede comer hasta 30 kilos de hojas al día, por lo que esta protección es vital.
Cuando es necesario, una jirafa puede correr a 56 kilómetros por hora, y una patada suya puede matar incluso a un león. Sin embargo, su mayor amenaza es el ser humano. En los últimos 30 años, la pérdida de hábitat, la caza furtiva y la expansión agrícola han reducido su población de 70.000 a apenas 35.000 ejemplares.
Cebra
En estado salvaje existen tres especies de cebras: la cebra de llanura, la cebra de montaña y la rara cebra de Grevy. La cebra de llanura es la más común, aunque ya está clasificada como “casi amenazada”.
Las cebras de llanura pueden alcanzar velocidades de hasta 65 kilómetros por hora. Sin embargo, su principal estrategia de supervivencia es la agilidad: suelen correr en zigzag, lo que dificulta que los depredadores las atrapen, ya que sus movimientos son imprevisibles y confusos.
La característica más distintiva de la cebra son, por supuesto, sus rayas, con un patrón único en cada individuo. Durante años se discutió su función. Un estudio publicado en Nature Communications en 2014 ofreció una respuesta clara: las rayas protegen principalmente a las cebras de las moscas chupadoras de sangre y otros parásitos. Otras teorías, como el camuflaje, la regulación térmica, la comunicación social o la defensa contra depredadores, no encontraron pruebas sólidas. El estudio confirmó que las rayas reducen notablemente las picaduras de insectos y el riesgo de enfermedades.
“Hemos llegado por fin al punto en que podemos dejar de preguntar ‘¿por qué tienen rayas?’ y empezar a preguntar ‘¿qué impide que las moscas se posen sobre las rayas?’”, cita The New Yorker a Tim Caro, biólogo de la Universidad de California en Davis y autor principal del estudio.
Un rasgo interesante de las cebras es que se comunican no solo mediante distintos sonidos, sino también con movimientos de las orejas y del cuerpo. Gracias a este “lenguaje de gestos”, pueden expresar alerta, agresión o simpatía.
Las cebras también son sorprendentemente resistentes. Cada año recorren cientos de kilómetros en busca de agua y pastos. La cebra de llanura ostenta el récord de la migración terrestre más larga entre los mamíferos africanos, con más de 500 kilómetros a través de Namibia y Botsuana.
León
Los leones son una rara excepción entre los felinos por su organización social. Viven en manadas de entre 10 y 20 individuos. Las hembras realizan la mayor parte de la caza en grupos coordinados, mientras que los machos se encargan de defender el territorio.
La melena del macho es especialmente llamativa: cuanto más oscura y espesa, más atractivo resulta para las hembras y más intimidante para sus rivales. Puede alcanzar hasta 16 centímetros de largo y está estrechamente relacionada con los niveles de testosterona. Los leones castrados en cautividad suelen carecer de melena.
Otro rasgo característico es su rugido, que puede oírse a una distancia de hasta ocho kilómetros gracias a una laringe especialmente estructurada, capaz de producir sonidos potentes y de baja frecuencia.
Los leones descansan hasta 20 horas al día, reservando su energía para la caza, que suele tener lugar durante la noche o el crepúsculo.
Leopardo
El leopardo africano prospera en una amplia variedad de hábitats: desde bosques densos y sabanas hasta zonas montañosas, semidesérticas e incluso las afueras de las ciudades. Aunque es más pequeño que los leones y los tigres, sigue siendo uno de los depredadores más fuertes y resistentes de la naturaleza. Su pelaje ofrece un camuflaje perfecto entre la luz moteada de los bosques o entre la hierba alta de la sabana, y, como ocurre con las jirafas y las cebras, cada individuo tiene un dibujo único.
El color del pelaje también se adapta al entorno. En los bosques sombríos suele ser más oscuro, lo que le permite confundirse con la vegetación, mientras que en los paisajes secos y abiertos adquiere tonos claros y arenosos que se mezclan con la tierra reseca por el sol.
Los leopardos llevan una vida solitaria y nocturna, defendiendo amplios territorios. Su caza se ve favorecida por una vista y un oído excepcionales. Un estudio de 2024 reveló que cada leopardo posee una firma vocal única, lo que permite a los investigadores identificar a los individuos por sus llamadas con una precisión de hasta el 93 %.
Según el Zoológico de San Diego, los leopardos pueden saltar hasta seis metros hacia adelante y unos tres metros hacia arriba, y son hábiles trepadores. Su dieta es muy variada: incluye aves, roedores, antílopes e incluso crías de animales más grandes, como las jirafas.
A pesar de su extraordinaria capacidad de adaptación, el leopardo africano está catalogado por la UICN como especie en peligro de extinción. Sus poblaciones siguen disminuyendo debido a la pérdida de hábitat y a los conflictos con los seres humanos.
Grulla coronada gris
La grulla coronada gris mide aproximadamente un metro de altura y se reconoce fácilmente por su corona dorada de plumas, su cuerpo grisáceo, las mejillas blancas y los sacos rojos del cuello. Es una de las 15 especies que habitan sobre todo en el este y el sur de África, en países como Uganda, Kenia y Tanzania.
A diferencia de la mayoría de las grullas, que construyen sus nidos en el suelo o en aguas poco profundas, las grullas coronadas grises y negras son las únicas de su familia capaces de anidar en los árboles. Esta habilidad se debe a un dedo trasero alargado que les permite sujetarse firmemente a las ramas. Los científicos creen que esta adaptación única es un vestigio de rasgos ancestrales que se perdieron en las demás especies de grullas.
“Las grullas coronadas son las más antiguas de su familia; preceden en decenas de millones de años a las demás especies actuales. Su tráquea enrollada, que produce un sonido similar a un toque de bocina, y su largo dedo posterior o hallux, que les permite aferrarse a ramas o estructuras para dormir o posarse, son características únicas de esta subfamilia de grullas”, afirma el Plan Internacional de Acción para la Conservación de la Grulla Coronada Gris
Según National Geographic, las grullas coronadas grises son monógamas y las parejas permanecen unidas de por vida. Sus danzas de cortejo, que incluyen reverencias, saltos y llamadas, son el elemento central de sus rituales de apareamiento.
En las últimas décadas, su población ha disminuido drásticamente y la especie se considera actualmente en peligro de extinción. Entre las principales amenazas figuran el drenaje de humedales, la expansión agrícola, la contaminación por productos químicos, la captura y el comercio ilegal, así como las colisiones con líneas eléctricas.
Órix de África Oriental
El órix de África Oriental, también conocido como órix beisa, es una elegante especie de antílope que mide algo más de un metro de altura y habita en las zonas áridas del este de África. Su pelaje gris liso se distingue del vientre blanco por una marcada franja negra, característica propia de la especie. También presenta marcas negras en la cabeza y el cuello que forman un dibujo único: cruzan la frente, recorren el hocico y conectan los ojos con la boca. Completa su aspecto distintivo una pequeña crin de color castaño y unos cuernos delgados, rectos y anillados.
El órix beisa vive en Etiopía, el norte y el este de Kenia, algunas zonas de Tanzania y Sudán del Sur. Está perfectamente adaptado a la vida en semidesiertos y sabanas secas, donde las temperaturas cambian mucho y el agua escasea.
“El órix beisa tiene un metabolismo del agua muy eficiente. Puede tolerar altas temperaturas corporales y conservar el agua reduciendo la sudoración, lo que le permite sobrevivir en condiciones de calor extremo”, afirma el sitio web oficial de la Reserva Nacional de Samburu en Kenia.
El órix de África Oriental es un animal social que suele formar grupos capaces de defenderse colectivamente de los depredadores. Sus cuernos, que pueden alcanzar hasta 85 centímetros de longitud, sirven tanto como medio de defensa como para establecer la jerarquía dentro del grupo.
En la actualidad, la especie está clasificada como en peligro de extinción, con una población estimada de entre 11.000 y 13.000 ejemplares adultos.
Serval
El serval, llamado Tierboskat en afrikáans (que significa “gato tigre del bosque”), es un felino salvaje de tamaño medio, de cuerpo esbelto pero fuerte. Sus patas largas y su cola relativamente corta lo distinguen de otros miembros de la familia de los felinos.
El pelaje del serval suele ser de un tono marrón rojizo con manchas negras bien definidas. Dos o cuatro rayas parten de la coronilla y recorren el cuello y el lomo, difuminándose poco a poco entre las manchas.
Estos gatos habitan principalmente en la sabana africana y son cazadores extremadamente ágiles. Pueden saltar verticalmente hasta 2,7 metros y de manera horizontal hasta 3,8 metros desde una posición quieta, lo que les permite aturdir a sus presas de un solo golpe.
Flamenco enano
El flamenco enano es el miembro más pequeño de su familia y rara vez supera los 125 centímetros de altura. Se distingue fácilmente por sus patas largas y delgadas y su cuello curvado en forma de “S”. Esta curvatura se debe a que descansan con la cabeza apoyada sobre la espalda, lo que desplaza su centro de gravedad y les ayuda a mantener el equilibrio.
También pueden permanecer de pie sobre una sola pata sin esfuerzo, gracias a la particular estructura de sus articulaciones. Los estudios han demostrado que, en esta posición, bloquean los músculos de las patas, reduciendo el esfuerzo y conservando energía.
El plumaje del flamenco enano varía del rosa pálido al rojo intenso, y la intensidad del color está directamente relacionada con su alimentación. Los pigmentos carotenoides que obtienen de las algas y los crustáceos son los que dan a sus plumas ese tono rosado o rojizo: cuanto más rica es su dieta en estos pigmentos, más brillante es su color.
Los flamencos enanos habitan principalmente en torno a lagos alcalinos o salinos. Uno de los lugares más famosos es el lago Natron, en Tanzania, donde forman enormes colonias que pueden contar con cientos de miles de individuos. Durante la temporada de cría realizan danzas rituales sincronizadas que refuerzan los lazos del grupo y estimulan el apareamiento.
Gálago
El gálago, también conocido como bushbaby, es uno de los primates más encantadores de África y habita en regiones situadas al sur del Sáhara. Estos pequeños animales arborícolas pesan hasta 200 gramos y se reconocen fácilmente por sus grandes ojos y orejas, su pelaje suave y esponjoso y su larga cola, que les ayuda a mantener el equilibrio entre las copas de los árboles.
Los gálagos tienen patas traseras largas y extremidades anteriores bien desarrolladas, lo que les da una asombrosa capacidad de salto. Según la Royal Society Publishing, los gálagos senegaleses pueden saltar muy alto gracias a un mecanismo especial en los músculos y tendones de los muslos: primero estiran los músculos para almacenar energía y luego la liberan de golpe, como un muelle, lo que les permite saltar hasta dos metros desde una posición quieta.
Hasta 1980, los científicos reconocían solo seis especies de gálagos. Estudios posteriores, incluidos análisis de sus vocalizaciones, revelaron al menos veinte subespecies.
Los gálagos son animales nocturnos y se alimentan de frutas, insectos y pequeñas aves, aunque su dieta se basa sobre todo en la de los árboles. Utilizan los incisivos y caninos inferiores, ligeramente inclinados hacia adelante, para roer la corteza y extraer la savia.
Duyker
Los duyker son pequeños antílopes que habitan principalmente en los bosques tropicales y matorrales de África Central, Occidental y Oriental. Se reconocen unas veinte subespecies. La mayoría mide entre 40 y 70 centímetros de altura y pesa entre 10 y 25 kilos. A pesar de su tamaño reducido, son animales sorprendentemente resistentes y se mueven con gran agilidad entre la vegetación densa.
Los duyker también destacan por su estilo de vida reservado. Suelen estar más activos durante la noche o el crepúsculo, lo que hace que sea difícil verlos en un safari. Su dieta es variada e incluye hojas, frutas, semillas y, en ocasiones, insectos.
Llevan una vida principalmente solitaria y se comunican mediante señales vocales muy sutiles. Por ejemplo, las hembras de duyker azul emiten suaves gemidos para comunicarse con sus crías, mientras que los machos pueden lanzar silbidos o sonidos parecidos a estornudos para alertar de un peligro.
Otro rasgo distintivo es el patrón de su pelaje, que les permite camuflarse en el bosque. Algunas especies, como el duyker rojo, presentan un pelaje de un tono rojizo intenso, mientras que el raro duyker de Abbott, originario de Tanzania, tiene un color marrón rojizo. Esta subespecie es una de las mayores, y los adultos pueden llegar a pesar hasta 60 kilos. Se encuentran de noche en las montañas Udzungwa, en las Usambara occidentales, en el Kilimanjaro y en algunas otras zonas. Sin embargo, debido a su naturaleza esquiva, los duyker siguen siendo uno de los grupos de antílopes menos estudiados.
Mono colobo
Los monos colobos habitan en los bosques de África oriental y occidental y se reconocen fácilmente por su llamativa coloración en tonos blanco y negro o negro y gris. Sus largas colas les permiten desplazarse con gran agilidad por las copas de los árboles, usando las ramas como trampolines para saltar hasta 15 metros. Durante estos saltos extienden las patas delanteras y traseras, y su largo pelaje, según la African Wildlife Foundation, actúa probablemente como un paracaídas que estabiliza su cuerpo en el aire.
Los monos colobos carecen de un pulgar completamente desarrollado; en su lugar tienen un pequeño muñón. Esta característica única los distingue del resto de los primates y da origen a su nombre: “colobo” procede del griego κολοβός, que significa “mutilado” o “acortado”.
Principalmente herbívoros, los monos colobos se alimentan sobre todo de hojas, incluidas algunas tóxicas o difíciles de digerir para otros animales. Sus complejos estómagos de varias cámaras fermentan y descomponen la fibra de forma eficiente, neutralizando las toxinas y reduciendo así la competencia alimentaria con otras especies.
Tigre
Los tigres son los felinos más grandes que existen. Su llamativo pelaje a rayas los convierte en algunos de los animales salvajes más reconocibles del planeta.
Históricamente, se clasificaban en nueve subespecies, pero los estudios genéticos y evolutivos más recientes han refinado esta división. Un análisis de ADN realizado en 2018 identificó seis subespecies actuales: el tigre de Bengala —el más numeroso, presente en India, Bangladés, Nepal y Bután—; el tigre de Amur —el más grande, adaptado al clima extremo del Lejano Oriente ruso—; el tigre del sur de China —uno de los más raros—; el tigre de Sumatra —el más pequeño, que habita en la isla del mismo nombre—; el tigre de Indochina —propio del sudeste asiático— y el tigre de Malasia, descubierto relativamente hace poco.
Los tigres son depredadores solitarios y territoriales, activos sobre todo al anochecer y durante la noche. Son cazadores excepcionales, capaces de abatir presas más grandes que ellos, como ciervos de gran tamaño, jabalíes o incluso crías de elefante. Los machos son considerablemente más grandes que las hembras; algunos, como el tigre de Amur, pueden llegar a pesar más de 300 kilos.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), todas las subespecies modernas de tigre están clasificadas como en peligro de extinción. Un artículo publicado en 2025 por The Times of India señala un preocupante cambio de comportamiento: los tigres, que antes evitaban el contacto humano, se están volviendo más audaces y agresivos. Los expertos atribuyen este cambio a la fragmentación del hábitat, a la separación temprana de las crías de sus madres y al aumento de la población en algunas zonas, lo que incrementa la competencia por los recursos.
Caballo de Przewalski
Este singular caballo debe su nombre al explorador ruso Nikolái Przewalski, quien describió la especie a finales del siglo XIX. Físicamente, se diferencia de los caballos domésticos en varios aspectos: tiene una constitución más robusta, una crin corta y espesa, y un pelaje característico de tono gris claro o marrón amarillento, con una franja oscura que recorre el lomo.
Los caballos de Przewalski son originarios de las estepas y zonas semidesérticas de Asia Central, principalmente de Mongolia y del norte de China. Están muy bien adaptados a los climas extremos, donde las temperaturas invernales pueden descender hasta los −40 °C.
Durante mucho tiempo, el caballo de Przewalski fue considerado la única especie de caballo verdaderamente salvaje. Sin embargo, un estudio publicado en 2018 en la revista Science cuestionó esta idea. El análisis de ADN reveló que estos caballos descienden en parte de antepasados domesticados y no son completamente salvajes. Los investigadores también descubrieron un vínculo genético con los antiguos caballos de Botai, que vivieron hace unos 5.500 años en lo que hoy es Kazajistán.
En septiembre de 2020, la revista TIME informó del nacimiento del primer potro clonado de caballo de Przewalski. Llamado Kurt, fue creado mediante clonación somática utilizando ADN de un macho conservado en el zoológico de San Diego desde 1980. Los científicos esperan que esta técnica ayude a restaurar la diversidad genética de la especie. El potro recibió su nombre en honor al doctor Kurt Benirschke, fundador del Frozen Zoo, un banco genético para especies en peligro de extinción.
“Este nacimiento amplía las posibilidades de rescate genético de especies silvestres en peligro de extinción”, afirma Ryan Felan, director ejecutivo de Revive & Restore, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la conservación de la fauna.
Guepardo del noreste de África
El guepardo del noreste de África habita en sabanas áridas, zonas semidesérticas y llanuras abiertas cubiertas de hierba, donde abundan los antílopes y otros ungulados de pequeño y mediano tamaño. Se distingue por un pelaje algo más denso y un patrón de manchas negras más disperso. Su vientre es blanco, y el rostro presenta zonas claras alrededor de los ojos con las características “lágrimas” negras.
Los estudios de ADN indican que esta subespecie se separó del guepardo del sur de África hace entre 32.200 y 244.000 años. Como los demás guepardos, está altamente especializado en la caza a gran velocidad: su columna flexible, sus patas largas y sus potentes músculos le permiten alcanzar hasta 105 kilómetros por hora. La larga cola actúa como timón, ayudando a mantener el equilibrio y a girar bruscamente durante la persecución, mientras que las garras semirretráctiles se clavan en el suelo como tacos, evitando que resbale a máxima velocidad.
A diferencia de otros grandes depredadores africanos, los guepardos del noreste cazan principalmente durante el día, sobre todo a primeras horas de la mañana y al final de la tarde, para evitar la competencia con cazadores nocturnos como leones y leopardos. Se guían por la vista más que por el olfato y pueden detectar a sus presas a una distancia de hasta dos kilómetros. Su estrategia de caza combina una aproximación sigilosa con un sprint repentino, capturando a menudo a la presa en menos de un minuto.
Leopardo de las nieves
El leopardo de las nieves es un depredador raro y esquivo que habita en las regiones de gran altitud de Asia Central, incluidas las cordilleras del Himalaya, Karakórum, Tian Shan y Pamir. Su área de distribución abarca unos 2,3 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales aproximadamente el 60 % se encuentra en China.
Está perfectamente adaptado a los climas extremos y a los terrenos rocosos. Su cola ancha y peluda, que puede alcanzar hasta el 90 % de la longitud de su cuerpo, le ayuda a mantener el equilibrio al correr y le sirve de abrigo en el frío. Sus patas grandes y cubiertas de pelo distribuyen el peso sobre la nieve profunda y suelta, mejorando la tracción en pendientes empinadas.
Estos felinos llevan una vida solitaria y reservada, siendo más activos al anochecer y antes del amanecer. Se desplazan por acantilados, descansando en salientes y crestas que les ofrecen buenos puntos de observación para vigilar a sus presas mientras permanecen camuflados.
La especie está clasificada como en peligro de extinción, con una población estimada de entre 2.710 y 3.386 ejemplares adultos en libertad. Las principales amenazas son la caza furtiva por su piel y huesos, la pérdida de hábitat y la caza de sus presas.
“El 35 % del área actual de distribución del leopardo de las nieves se prevé que siga siendo un refugio climático estable. Se espera que su hábitat disminuya entre un 8 % y un 23 % de aquí a 2070 debido a los efectos del cambio climático”, señala el informe de 2021 del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Suimanga
Los suimangas son pequeños pájaros cantores del orden Passeriformes, de vivos colores, que se encuentran principalmente en África, Oriente Medio y el sudeste asiático. Habitan en entornos muy variados, desde sabanas secas hasta selvas tropicales húmedas, y pueden vivir a altitudes de hasta 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Se reconocen fácilmente por su pico largo y curvado, perfectamente adaptado para extraer néctar. A diferencia de los colibríes, rara vez se quedan suspendidos en el aire; suelen alimentarse posados sobre las flores. Aunque el néctar constituye la mayor parte de su dieta, también consumen insectos y arañas, especialmente durante la cría de sus polluelos.
Muchas especies presentan un acusado dimorfismo sexual: los machos muestran un plumaje brillante e iridiscente, mientras que las hembras son de tonos más discretos. Algunas especies, como el suimanga de malaquita, entran en un estado de sopor nocturno, una reducción temporal de la temperatura corporal y la actividad que les permite conservar energía durante las noches frías.
Pato mandarín
El pato mandarín es un ave de vivos colores originaria del este de Asia. Los machos resultan especialmente llamativos, con una mezcla de plumas verdes y moradas, vistosas “velas” naranjas en el dorso, pico rojo y marcadas franjas blancas en la cabeza. Las hembras son de tonos más discretos, aunque se reconocen fácilmente por la franja blanca detrás del ojo y el vientre suavemente moteado.
Estas aves prefieren anidar en cavidades de los árboles, a veces a más de 15 metros del suelo. La hembra elige el lugar del nido y pone los huevos, mientras el macho suele permanecer cerca. En lugar de grandes lagos abiertos, los patos mandarines prefieren estanques tranquilos rodeados de vegetación densa. Curiosamente, son la única especie de pato que no puede cruzarse con otras.
En octubre de 2018, un pato mandarín apareció de forma inesperada en Central Park, en Nueva York, llamando la atención de observadores de aves y medios de comunicación. Este visitante sorpresa del este de Asia se convirtió rápidamente en una sensación local y recibió el apodo de “Hot Duck”. Su llegada causó tal revuelo que el editor de la revista Audubon, Andrew Del-Colle, llegó a escribirle una carta abierta a este colorido recién llegado.
“Antes que nada, quiero darte las gracias. No sabemos de dónde vienes (¿quizá de una colección privada?) ni por qué apareciste de repente (¿te sentías terriblemente solo, sin amigos patos?), pero has despertado la fascinación tanto de los observadores de aves como de quienes no lo son, en Nueva York y en todo el mundo”, escribió Del-Colle en su carta.
En marzo de 2019, el pato desapareció tan repentinamente como había aparecido y nunca volvió a verse en el parque. Pese a los rumores y los supuestos avistamientos posteriores, el paradero del “Hot Duck” sigue siendo un misterio.
Pavo real
Estas aves grandes y de vivos colores pertenecen a la familia de los faisanes. La más conocida es el pavo real indio, famoso por sus espectaculares plumas de la cola cubiertas de motivos iridiscentes en forma de ojos. Durante la época de apareamiento, los machos abren la cola en abanico y la hacen vibrar hasta 25 veces por segundo, generando señales visuales y sonoras para atraer a las hembras.
Un estudio de la profesora de física Suzanne Amador Kane descubrió que la frecuencia de estas vibraciones coincide casi exactamente con la resonancia de las cuerdas de una guitarra.
“Charles Darwin observó en 1871 que ‘los pavos reales… hacen sonar sus plumas entre sí, y el movimiento vibratorio parece servir únicamente para producir ruido, pues difícilmente puede añadir belleza a su plumaje’; pero hizo falta un equipo multidisciplinar de científicos para describir la dinámica de este comportamiento”, explicó Suzanne Kane, profesora asociada de física y autora principal del estudio “Biomechanics of the Peacock’s Display: How Feather Structure and Resonance Influence Multimodal Signaling.”
El pavo real es originario del sur de Asia, especialmente de la India y Sri Lanka, y también se encuentra en algunas zonas del sudeste asiático. Según National Geographic, una especie mucho más rara, el pavo real del Congo, vive exclusivamente en las selvas tropicales del África central.
En estado salvaje, los pavos reales indios prefieren hábitats que combinan zonas boscosas y espacios abiertos, que les ofrecen refugio y lugar para buscar alimento. Aunque pueden volar, pasan la mayor parte del tiempo en el suelo, alimentándose de semillas, insectos y pequeños reptiles.
Su comportamiento social también resulta interesante: tanto en libertad como en cautividad, los machos suelen formar harenes atendidos por varias hembras.
Panda rojo
El panda rojo vive en los bosques montañosos del Himalaya y del suroeste de China. A pesar de su nombre, no está estrechamente emparentado con el panda gigante. Durante un tiempo se le clasificó dentro de la familia de los mapaches, pero las investigaciones genéticas modernas han demostrado que los pandas rojos pertenecen a una familia propia, separada del resto de los carnívoros desde hace millones de años.
Estos pequeños animales arborícolas pasan gran parte de su tiempo ocultos entre las ramas, descansando o evitando a los depredadores. Sus largas colas peludas les ayudan a mantener el equilibrio, mientras que sus garras afiladas les permiten trepar con agilidad e incluso descender de cabeza.
Los pandas rojos se alimentan principalmente de bambú, aunque su dieta también incluye frutas, bayas, hongos, flores y, en ocasiones, huevos de aves. Como su sistema digestivo no procesa bien la fibra, deben comer grandes cantidades a diario. Para ahorrar energía, son sobre todo nocturnos y pasan aproximadamente la mitad del día —alrededor del 55 %— durmiendo.
Elefante africano
Existen dos especies principales de elefantes: el africano y el asiático. El elefante africano es el de mayor tamaño y, según la organización conservacionista Save the Elephants, se divide en dos subespecies. El elefante de sabana, el más grande de todos, recorre las llanuras del África subsahariana, mientras que el elefante de bosque, más pequeño, habita en las densas selvas del África central y occidental.
Los elefantes viven en grupos sociales muy organizados, normalmente dirigidos por una matriarca: una hembra experimentada que guía a la manada y transmite conocimientos esenciales sobre las rutas de migración, las fuentes de agua y las zonas de alimentación. Cuando los machos jóvenes alcanzan la madurez, suelen abandonar el grupo para llevar una vida más independiente.
Estos gigantes también son conocidos por su inteligencia y su profundidad emocional. Las investigaciones sugieren que poseen conciencia de sí mismos y pueden mostrar emociones como alegría, duelo y empatía. Un estudio de 2024 reveló que los elefantes africanos utilizan nombres para comunicarse entre sí, un comportamiento muy poco común entre los animales salvajes. Estos nombres se transmiten mediante señales vocales especializadas: ruidos graves de baja frecuencia que los elefantes pueden emitir y reconocer a grandes distancias.
“Igual que los humanos, los elefantes usan nombres, aunque probablemente no los empleen en la mayoría de sus vocalizaciones, así que no deberíamos esperar un uso del 100 %”, explicó Michael Pardo, autor del estudio y biólogo de la Universidad de Cornell, a la agencia Associated Press.
Los elefantes africanos se enfrentan hoy a amenazas muy graves. La caza furtiva por el marfil es el peligro más urgente, especialmente en África, mientras que la pérdida de hábitat, los conflictos entre humanos y fauna salvaje y el cambio climático agravan aún más la situación de sus poblaciones.
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